EL MATRIMONIO
Sermones Escogidos del Santo Cura de Ars (6 de 22)
El hombre y la mujer que van a unirse en matrimonio reciben de Dios sus bendiciones si:
- Imploran a Dios con la oración y buenas obras la gracia de conocer a quien Él tenga destinado para casarse.
- Se aman mutuamente en el amor de Dios.
- El hombre y la mujer dan muestras del mayor pudor en su noviazgo.
- Los jóvenes nunca se hablan a solas durante el noviazgo, ni de día ni de noche, fuera de la presencia de sus padres, ni jamás se permiten la menor familiaridad, ni palabra alguna indecente.
- No se precipitan ni omitien pedir la aprobación de los padres y no hacen nada sin su consentimiento. Los padres no deben obligar a sus hijos a casarse con una persona a la que no aman.
- Escogen a personas piadosas para casarse, aunque tengan menos bienes que otras.
- Durante los esponsales no moran en una misma casa, por causa de los peligros y tentaciones a que están expuestos.
- Usan el tiempo de los esponsales en el retiro, la oración y haciendo toda clase de buenas obras, para que Jesucristo los bendiga como a los esposos de Caná de Galilea.
- Hacen una confesión general para acercarse más dignamente al matrimonio.
- No hay impedimentos para casarse.
- Piensan en educar cristianamente a los hijos que les nazcan de su unión.
- No abandonan las prácticas de religión, la oración y los sacramentos.
- Reflexionan en lo que van a hacer, las cargas que hay que sobrellevar y las dificultades que van a salir al paso para llegar a salvarse.
- Están suficientemente instruidos acerca de los deberes de su estado y de las tribulaciones que en él se experimentan.
- El matrimonio se contrae según las leyes de la Iglesia y del Estado.
- El dinero que se habría podido gastar lo reparten entre los pobres para atraer las gracias divinas.
- En el día del casamiento van los esposos a la iglesia, a temprana hora, para implorar los auxilios y luces del Espíritu Santo al recibir la bendición nupcial.
- El día de la boda lo pasan en presencia de Dios pensando en lo malo que sería profanarlo.
- Llegan en gracia de Dios para casarse. Es decir, no profanan el sacramento de la confesión, de la eucaristía y del matrimonio que van a recibir, pasando su tiempo en: fiestas, preparativos, despedidas, en las casas para anunciar su enlace, excesos en comida y bebida.
- Después del casamiento van a ver a un confesor para que los instruya, para que puedan conducirse siempre como hijos de Dios.
- Cumplen las promesas que, tanto el hombre como la mujer, dicen frente al sacerdote y los testigos: amarse y respetarse mutuamente todos los días de su vida, en lo próspero y lo adverso, en la salud y la enfermedad.
- Una vez casados se apartan de los bailes, teatros, bares, solos. Asistir a paseos y diversiones llevando a la familia.
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